
El oficio de pintor nos reclama todo el tiempo. No es una elección; es un destino inexorable. Las imágenes vienen todo el tiempo a nuestro encuentro, y la curiosidad de nuestros ojos es insaciable.
No todo lo que vemos se transforma en obras (aunque en cierto secreto modo sí…) pero todo lo que vemos nos nutre, nos modifica, nos invita. Sentimos y pensamos a partir de la mirada, y es la imagen la que abre caminos al concepto.
Algunas innovaciones tecnológicas han cambiado radicalmente nuestra relación con las imágenes; y la fotografía digital ensanchó exponencialmente las posibilidades de registrar y aprehender una cantidad de instantes aparentemente ilimitada.
Un atávico y primario impulso subyace a cada click… Por un lado, testimoniar lo vivido y compartirlo. Por otro, la ilusión de perpetuar y poseer un instante apreciado.
Todo eso, en estas instantáneas. Compartir la maravilla y el asombro ante algunas escenas. Aprehenderlas, visitarlas cada tanto. Algunas, ayudarán a la memoria y serán dibujos o pinturas. En cierto modo, todas habitarán cada una de mis obras.